SOL GENERAL
Darío Vera
A Correcaminos sólo hay dos cosas que lo pueden salvar de la profunda y larguísima crisis que vive; una ya sucedió y la otra es sólo cuestión de tiempo.
La que aún no ha sucedido es la que traerá el alivio que representa que termine ya el martirio llamado torneo Apertura 2025, donde todo hace indicar que terminarán con las dos pírricas victorias en Tlaxcala y la de Dorados, porque en el mejor de los escenarios le puede sacar un empate a Mineros y si acaso, otra igualada en Oaxaca.
Siempre lo he dicho, prefiero ser historiador que profeta, pero no es complicado vaticinar un mal escenario para un plantel que luce por demás desgastado, plagado de vicios, jugadores conformistas, indisciplinados y por si fuera poco, algunos lesionados.
Lo del sábado en Cancún, además de vergonzoso ya se volvió costumbre, por más extraño que nos parezca: un equipo que aparentemente muestra mejoría, de repente se cae a grado tal que dejan de comportarse conforme a lo trabajado e incluso, pareciera que por arte de magia se olvidan de conceptos básicos como recorridos, regresos, ubicación, que quien no los conociera, dudaría que se trata de un equipo profesional.
Basta ver la actitud displicente en al menos 3 de los 5 goles que les clavaron en el Andrés Quintana Roo.
Pero si de algo estoy seguro es que eso ya no tiene remedio.
O la mano negra de las mafias de apostadores sigue profundamente inmersa en el plantel que dirige Jorge Urbina, ya sea por ambición o por amenazas, o simplemente estos futbolistas ya no les interesa más jugar para Correcaminos.
El otro aspecto del que le hablaba y que ya se cumplió, es la llegada de una directiva que sepa de futbol, que no le tiemble la mano y sobre todo, que trabajen como profesionales, planeando, administrando y con metas visibles, además de medibles, que permitan evaluar cada una de las áreas del club y que ese desempeño se refleje en una mejora deportiva.
Después de 40 días de la renuncia de Javier Armando Garibaldi de la Teja, a quien le quedó muy grande la silla, el rector Dámaso Anaya Alvarado eligió a Armando José Arce Serna como mandamás del equipo de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Anaya se guio por el sentido común, lejos de compromisos políticos, intereses familiares o comerciales, que por años había sido la tónica en el nido del pajarraco azulnaranja.
En su presentación, Arce lo dijo fuerte y claro, van a trabajar para planear el 2026 pues este torneo estaba prácticamente perdido, aunque -ese día- aún había posibilidades matemáticas.
En ese trabajo hoy, tanto Enrique de la Garza Montoto y Manolo Campo, ya deben tener un documento en donde diga qué jugadores se quedan sin contrato, quienes por obligación permanecen y a la par, ver a quién pueden traer para empezar, no desde cero, pero si a consolidar la base de jóvenes que deberán entender también que ellos son el sostén de este equipo.
Que quien pueda irse que se vaya, que la limpia sea completa y que aquellos que le faltaron a la institución, se larguen de una vez por todas.
Los campeones de Liga Premier ya deben ser conscientes que, si bien no son responsables de la crisis actual del equipo, también hay que mostrar vergüenza y por principio de cuentas, si hay algún compañero al interior del club que no esté teniendo un comportamiento profesional, tener el valor de denunciarlo, pues los perjudica directamente, pero principalmente a lo más importante: la institución.
En conclusión, que ya termine el torneo para cerrar ciclos con elementos que lo poco que tenían, ya lo agotaron y que ahora sí, inicie una etapa de victorenses que históricamente han mostrado compromiso con Correcaminos y que sea por sus actos y su capacidad, que se les juzgue.

