Pitt Martínez / La Expresión
En Ciudad Victoria. Se llama Marcelo Rodríguez Reynaga, tiene 30 años de edad y hace cuatro años sufrió un accidente cuando se encontraba trabajando, perdiendo sus piernas al ser atrapado por una trilladora.
A pesar de su discapacidad, no se da por vencido ni espera la caridad, por ello sale todos los días a vender paletas, aguas, chicles y cigarros.
“Yo no ando pidiendo una moneda, yo doy a cambio algo”, nos comenta Marcelo al intercambiar diálogo en la calle Ocho, cruce con Guerrero, en la zona centro de la Capital.
Asegura que de sus ventas sale para comer y vestirse; para todas sus necesidades. Pero está desde las siete de la mañana hasta las cinco o seis de la tarde.
Su pareja padece de una hernia y espera una operación, por lo que el costo de la misma sale de las ventas que Marcelo hace en el punto donde se ubica.
“Yo ya voy para un año y medio aquí”, nos contesta. —Y qué te dice la gente, preguntamos: “Pues que le eche ganas, a mi capacidad pues le hecho ganas”, nos contesta.
“Gracias a Dios nos ha ido bien, no me ha pasado ni un accidente (…) me fijo cuando vienen los carros; no me les voy a atravesar (…) con 200 o 300 pesos saca uno el día; de aquí sale para mi pareja y yo”, nos habla con una firmeza que causa admiración.
Dejamos a Marcelo, con la promesa de regresar para otra entrevista y conocer cómo es su día a día, así como comprobar que él es un claro ejemplo de que la adversidad no es motivo para derrumbarse.