Redacción/LaExpresión
CIUDAD VICTORIA. —Con lágrimas, abrazos y una profunda gratitud, María Elena Alanís Castillo se despidió del Hospital Infantil de Victoria, cerrando una trayectoria de 35 años dedicada al cuidado de los más pequeños: los recién nacidos.
Su retiro no solo marca el final de una carrera ejemplar en el área de neonatología, sino también la despedida de una mujer que hizo de la enfermería un acto de amor diario. María Elena no solo administraba medicamentos o tomaba signos vitales; ofrecía palabras de consuelo, una sonrisa esperanzadora y, sobre todo, humanidad en momentos de incertidumbre para muchas familias.
Durante más de tres décadas, su presencia fue sinónimo de confianza, profesionalismo y ternura. Colegas, pacientes y padres coinciden en que su vocación traspasó lo profesional para convertirse en una auténtica misión de vida.