SOL GENERAL
Darío Vera
Los hechos hablan: Francisco Tede Pérez, jugador del Club Correcaminos, de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, cometió actos con apariencia de delitos que por el momento han sido sancionados, de forma ejemplar, por la Federación Mexicana de Futbol, a través de la Comisión Disciplinaria: se va 16 años de todo lo que tenga que ver con el balompié profesional.
Su error: involucrarse en apuestas deportivas que lo inciden directamente con su participación en la cancha en el conjunto que dirige el uruguayo Héctor Hugo Eugui Simoncelli, que en la única oportunidad que ha tenido de hablar públicamente del jugador, fue para encubrirlo.
Antes de continuar, aclaro: el reportero que escribe estas líneas ha buscado entablar conversación con el jugador veracruzano de 26 años de edad, por distintas vías, ya sea a través de sus redes sociales y también por teléfono, vía WhatsApp y llamada. En ninguna hemos obtenido respuesta y tampoco caeremos en acoso; él sabe que tiene el micrófono abierto para cuando quiera dar su versión de los hechos.
Lo entendemos: será difícil porque seguramente la asesoría jurídica habrá de impedírselo por varios escenarios que enseguida desglosaremos.

Primero porque si él se considera inocente o una víctima, tratará de defenderse; tiene la posibilidad de hacerlo al buscar interponer su caso ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS por sus siglas en francés: Tribunal Arbitral du Sport), órgano facultado para resolver conflictos del orden jurídico en el ámbito del deporte, dictando laudos arbitrales que tienen la misma fuerza ejecutiva que las sentencias de los tribunales ordinarios, incluso sin la necesidad de llegar a un juicio, ya que anteponen la mediación para la solución de controversias.
Segundo, si alias “El Pelusa”, es consciente que no es inocente, ya debe estar enterado que el caso puede llegar a la justicia civil, llámese tribunales de la Fiscalía General y el Poder Judicial, en donde la investigación puede ir más a fondo, y donde si colabora como testigo protegido, la sanción en su contra puede aligerarse pero eso conlleva por supuesto, señalar a quienes pudieron haber actuado en complicidad ya que el negocio del cual fue partícipe, por obvias razones, no es de una sola persona.
Las líneas de investigación que se tracen irían en dos vertientes: quién financia y quién colaboró en las ocasiones que cometieron las acciones con apariencia de fraude al espectáculo del futbol mexicano y también en contra de las casas de apuestas en las cuales hayan intervenido las cantidades con las que hicieron perder a los casinos cientos de miles de dólares.
¿Cuántas veces realizaron esta actividad?, ¿en cuántos resultados incidió su comportamiento?, ¿a cuánto asciende el monto de la estafa a los casinos?, ¿cuánto ganaron por este fraude?, ¿qué jugadores participaron como cómplices?, serán las preguntas que se harán las autoridades en caso de intervenir o las que la misma FIFA debe estar poniendo en el mismo escritorio donde ya tienen el caso, como lo hizo saber la Comisión Disciplinaria.
Gianni Infantino, en los próximos meses será, un habitante más de América del Norte y su domicilio rondará entre Estados Unidos, Canadá y México, los anfitriones del Mundial 2026; el presidente del organismo deportivo más corrupto en la historia del futbol mundial (la historia lo dicta), no desaprovecha la más mínima oportunidad de lavar la imagen de su empresa para purificarse y casos como estos, mediáticos, donde no hay grandes equipos en riesgo, son la ofrenda perfecta para dar en sacrificio a los dioses de la justicia y la transparencia.
Correcaminos no ha querido verlo así y probablemente en el pecado lleve la penitencia…o simplemente sabe algo que nosotros no sabemos.
A lo mejor alguien apaciguó las agitadas aguas del escándalo y el tema ahora si quede sepultado.
Aunque a lo mejor tampoco esto suceda y estemos a la puerta de un caso como los cachirules de 1988 y apenas se avecine la auténtica tormenta.
En tanto, veámonos en el espejo del Real Apodaca: no puso por encima a nadie dentro de su institución y puso en evidencia a seis corruptos, por eso se inicia la investigación y por eso hubo una sanción. Ahí radica la delincuencia deportiva organizada y si le rascan, seguramente saldrá más mugre.
En contraste, Correcaminos se cuelga la medalla de “notificar a la Federación si algo tiene que investigar, que lo haga”, fueron las palabras de Javier Garibaldi, presidente del maltrecho pajarraco que ahora paga las consecuencias del acto de ¿un? Futbolista y cada publicación que hace en redes sociales, el club se ha convertido en el bufón de los aficionados, pues el golpe a su credibilidad parece haberlo noqueado.
Un servidor cuenta con testimonios que involucran al menos a cuatro jugadores más, quién y por qué medio fue contactado, quienes son los “inversionistas” y cuál es el método de operación de una red criminal que tristemente ha manchado al futbol mexicano y peor aún, al equipo de la Universidad de Tamaulipas, a tus Correcaminos. ¿Alguien con autoridad se atreverá a investigar?, no es difícil, se los aseguro.
Yo le pregunto a usted estimado lector y fiel aficionado del azulnaranja: ¿Cree que sólo Tede es el culpable?, ¿cree que delate a sus cómplices a cambio de un castigo menor o lavar su imagen pública?, ¿volverá a creer en Correcaminos?, ¿seguirán encubriendo el cuerpo técnico y la directiva al impedir las investigaciones que por sentido común debieron iniciar ellos mismos?, ¿aquí termina la historia o estamos viendo los últimos partidos de Correcaminos como miembro afiliado del futbol profesional en nuestro país?. Ahora sí, para no perder la costumbre: ¡hagan sus apuestas!