Juan Antonio Torres Carrillo
El día de ayer 12 de noviembre se celebró el “Día Nacional del Libro” en nuestro país.
Por Decreto presidencial en 1980, justa y merecidamente, se estableció esa fecha como homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz que nació un 12 de noviembre de 1651 en San Miguel Nepantla, Estado de México; de ahí que se determinó establecer un vínculo permanente con el natalicio de la otrora destacada figura de las letras y desafiante “Décima Musa Mexicana” con el libro y el gusto mismo por su lectura.
Ahora bien, en el caso, y sin duda, podemos reflexionar en torno al libro, desde muy diversos aspectos, como el impulso de la lectura por parte de los gobiernos; el apoyo a los escritores y autores para la producción, edición y publicación de sus libros; la participación de la iniciativa privada en la cultura del libro; la implementación de mecanismos y estrategias para la difusión y la venta de los mismos; su traducción a otras lenguas o estadísticas de lectura del libro, por citar algunas de ellas.
Sin embargo, en esta ocasión, solo analizaremos el libro, a partir del compromiso moral y la responsabilidad social que, estimamos, recae en la llamada clase política.
En efecto, estamos convencidos que los presidentes de la República, gobernadores, legisladores (locales o federales), presidente municipales, síndicos, regidores, secretarios de estado, ministros, magistrados, entre otros; por su sola condición política y social, llevan a cuestas el compromiso moral y social de aportar un libro de su autoría.
El sustento mismo de tal afirmación, lo constituyen los tiempos de la transformación política de que participamos como sociedad mexicana y tamaulipeca que, por sí mismo, es motivo suficiente para que cada personaje político de los mencionados asuma el verdadero y serio compromiso de escribir su propio libro, a fin de fortalecer la cultura y la lectura de tan valioso instrumento.
Otra de las razones, por la que todo personaje político debe asumir el compromiso de desarrollar un libro de su propia autoría, consiste en que sus aspiraciones políticas y las experiencias recogidas a lo largo de cada uno de sus encargos públicos, sumado a la vocación de servicio que debe distinguirlos, son argumentos suficientes para expresar y compartir a través de una obra escrita y única, tanto sus experiencias como sus diversas y enriquecedoras opiniones.
A través del valor intrínseco de un libro de la autoría de cada personaje público tendría, la gran oportunidad, de plasmar hechos, anécdotas, opiniones, críticas y/o análisis, lo cual se traduce en una aportación intelectual y cultural que redunda en el desarrollo de Tamaulipas y México.
En conclusión, cada uno de los personajes de la vida pública de Tamaulipas y de México, está llamado a dejar, como parte de su legado, a nuestra sociedad, un libro de su autoría, lo cual debe asumir como parte de su vocación de servicio y compromiso moral, solo a partir de ahí se honra y redefine nuestro desarrollo.