EL MESÍAS
Juan Antonio Torres Carrillo
Para abordar un análisis, por simple que sea, de instituciones públicas o privadas, implica necesariamente partir de su naturaleza, pues solo así, es factible entender y justificar tanto la integración como la función individual y/o colegiada de los órganos que distinguen a cada una de ellas.
En la dinámica de las decisiones y resoluciones de las autoridades administrativas o judiciales cobra relevancia la figura de “debate”, misma, que, con independencia de sus acepciones gramaticales, sólo cobra sentido cuando se ejerce de manera genuina y espontánea, lo cual debiera ser rasgo distintivo y práctica permanente de todas y cada una de las instituciones públicas de naturaleza colegiada de los distintos órdenes de gobierno.
Para entender la trascendencia del debate en nuestras instituciones públicas colegiadas, específicamente en los organismos autónomos, es necesario reflexionar sobre las reuniones previas a las sesiones como práctica común de tales órganos, las cuales a la fecha, han sido objeto de abuso y mal entendidas, al grado que se han utilizado como los mecanismos que llegaron para desterrar el debate que debiera suscitarse naturalmente en las sesiones públicas de los órganos colegiados de nuestras instituciones; sostener lo contrario, constituye una aberración que atenta contra el espíritu de las mismas.
En efecto, asumir que la práctica de las previas de las sesiones constituyen la sacramental oportunidad para agotar o, como se dice comúnmente ”planchar”, todos los puntos de vista y diferencias respecto de los asuntos de la eventual sesión, por supuesto, que erradica tanto la cultura del debate como el debate entre las y los consejeros de Instituto Electoral, lo cual desvirtúa la naturaleza misma de los entes colegiados.
Tan se desvirtúa la esencia colegiada de las instituciones, que el ejercicio de las reuniones previas, por sí mismo, atenta contra el principio de independencia y autonomía que debe revestir la opinión de cada consejera y consejero del IETAM; máxime que se ha incrementado, sustancialmente, el temor social de los servidores públicos al deterioro y degradación de su imagen pública derivada de la exposición al error y la incapacidad intelectual o profesional en el ejercicio de su función.
Ello, representa un riesgo de proporciones inconmensurables, ya que ese temor puede significar el motor de una operación política que determine el sentido de una o varias decisiones, lo cual es apartar de la ruta de la legalidad y de la justicia a la Institución Electoral.
En un razonamiento básico, resulta incomprensible e irónico, incluso vergonzoso, que no sea ejemplo y escuela del debate un ente que, por naturaleza debe ser garante de la democracia como es el Instituto Electoral de Tamaulipas, pues tiene como función organizar elecciones, en consecuencia, parte de sus objetivos es promover y difundir la participación de los contendientes en los debates públicos, a fin de que los electores conozcan la oferta política de cada uno de ellos.
Luego, es evidente y muy lamentable que las consejeras y consejeros del IETAM, Juan José Guadalupe Ramos Charre (presidente), Deborah González Díaz, Italia Aracely García López, Jerónimo Rivera García, Mayra Gisela Lugo Rodríguez, Marcia Laura Garza Robles y Eliseo García González, a juzgar por los hechos y su desempeño en las sesiones públicas, no se hayan distinguido por honrar el ejercicio del debate entre ellos, a partir de argumentaciones y ponderaciones apegados a los principios de certeza, objetividad, imparcialidad, independencia, legalidad y máxima publicidad que rigen la materia.
Y las contadas ocasiones que hubo conato de debate, fue porque salieron al atajo de los argumentos vertidos por los representantes de los partidos políticos integrantes de ese consejo general, de ahí que lo hicieron, por obligación, pero nunca bajo la convicción de la construcción del debaten en el seno de los consejeros…y si hay alguna duda, en cuanto a la objetividad de lo aquí sostenido, basta con una revisión aleatoria de los vídeos que concentran las respectivas sesiones públicas o, si lo prefieren, preguntarles a los representantes de los partido políticos que participaron en el proceso electoral local recientemente concluido.
Por su parte, los comisionados del Instituto de Transparencia de Acceso a la Información y de Protección de Datos Personales del Estado de Tamaulipas (ITAIT), Dulce Adriana Rocha Sobrevilla, Rosalba Ivette Robinson Terán y Luis Adrián Mendiola Padilla tampoco se han distinguido por impulsar y hacer de la práctica del debate una característica de las sesiones que celebran, lo que cuestiona su capacidad para ejercerlo.
En el ITAIT las sesiones de los comisionados son sencillas, sin mediar técnicamente debates entre ellos y sin contratiempos en cuanto a las participaciones de cada uno de ellos, pues, incluso, podemos aseverar que son sesiones de formato, lo que evidencia que trabajan bajo el esquema expuesto de las reuniones previas.
Ahora bien, si los comisionados del Instituto de Transparencia son férreos defensores de la práctica de las previas de las sesiones y las conciben como la sacramental oportunidad para agotar, o como se dice comúnmente ”planchar”, todos los puntos de vista y diferencias respecto de los asuntos de la eventual sesión; entonces, es razonable que, si pregonan la transparencia, deben hacer públicos los trabajos que llevan a cabo dentro de esas reuniones previas, a fin de que los tamaulipecos tengan acceso pleno a esa información.
Al tenor de lo expuesto, es dable sostener que la mano alzada de una consejera o un consejero del IETAM o de algún comisionado en el caso del ITAIT, nunca, jamás, puede tener el significado y valor, ni lo tendrá, de una decisión precedida y forjada a partir del ejercicio debate.
En conclusión, sin duda alguna, que las y los consejeros del IETAM y los comisionados del ITAIT, entre ellos, nunca han honrado el ejercicio del debate de altura, pues, por el contrario, se han constituido como verdaderos asesinos del debate en esas instituciones; de ahí que, con su cuestionado desempeño, están dotando de argumentos a la exposición de motivos de la, tan cantada, iniciativa de reforma constitucional impulsada por los tiempos de transformación cuya intención, y lo saben bien, es desaparecerlos.