SOL GENERAL
Darío Vera
Decía Borges que la derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce… claro, cuando se cae de cara al sol, cuando se muerde el polvo luego de haber peleado y la conciencia tranquila por el sacrificio de ser vencido por quien demostró ser mejor que tú.
Lo que sucedió el viernes en Tepatitlán, Jalisco, quedará en la historia de Correcaminos en el registro de las derrotas más vergonzosas no sólo por la media docena de goles recibidos, sino por la forma en cómo se dieron las jugadas de los mismos.
No se puede llamar profesional a aquel jugador que comete los yerros que cometieron en la cancha del estadio Tepa Gómez y no por desatención, porque a cualquiera le puede pasar, sino por la actitud con la que se asumieron los mismos y como vinieron en cascada uno tras otro.
Minuto 3 y Armando Chávez da un caballazo a un jugador rival para cometerle un penal y empezar así una debacle que se prolongó por 90 minutos y el agregado.
La displicencia generalizada de once hombres que aparentemente manifestaban su descontento con quien tenía las riendas del equipo o simplemente tomaron partido en una disputa administrativa que no era de ellos, haciéndola propia.
Vaya, no se necesita ser un genio para deducirlo. Quien vio la transmisión del juego no me dejará mentir: el experimentado comentarista Raúl Sarmiento Díaz, dueño del canal Hi Sports, a quien se le asignó la señal de este partido y los tres jóvenes comentaristas que le acompañaban, resumieron la actitud de los jugadores de Correcaminos con la clásica frase “le están tendiendo la cama a su entrenador”.
Para quienes no están familiarizados con la misma, se sintetiza como: generar las condiciones para exhibirlo como responsable de lo mal que el equipo juega y provocar eventualmente su salida.
Con la misión cumplida, el club comunicó el sábado que Francisco Cortez ya no era más director técnico de Correcaminos. Como siempre se dice, el hilo se corta por lo más delgado; pero a los jugadores, ¿quién los sanciona?
Problemón que hereda quien quiera que reciba el timón de la nave universitaria que hasta anoche seguía descabezada.
Por cierto, al director general David Ashdruval Martínez, ¿quién lo evalúa? Si ya lleva siete técnicos en seis torneos y medio, ¿no será él, el problema?
Desconocemos si Ashdruval asumió la máxima autoridad del club bajo algún otro esquema, si fue contratado o si de plano compró al club y no estamos enterados, pero si no es así, ¿entonces qué lo sostiene? Si los técnicos se van por determinada cantidad de derrotas, ¿cuál es el parámetro para medir su rendimiento como administrador?
Estos y otros cuestionamientos que bien valdrá la pena hacerle este mediodía cuando convoque a rueda de prensa en el Hotel Santorín luego que ayer únicamente tuviera evasivas para los medios de comunicación que se congregaron en el centro de formación, a donde por cierto, llegó tarde y jamás pudo responder una sencilla pregunta sobre la notificación al ex técnico sobre su cese, que jamás se lo hizo saber de forma directa.
Soy de la idea que esta historia aún tiene muchas páginas por contar, pues el contexto en el que se da la llegada de Francisco Cortez y sobre todo la salida, es una decisión que Ashdruval no estaba autorizado para tomar de forma unilateral y aparentemente las más altas esferas no permitirán ya que maneje a Correcaminos como negocio personal por lo que se estima habrá consecuencias y muy serias.
No se despegue de la señal de La Expresión porque le traeremos la continuación de esta novela.