MAREMÁGNUM
Mario Vargas Suárez
Solo por experiencia… a simple vista.
Tengo la convicción de que los mexicanos en muy alto porcentaje, somos apolíticos. Nunca he sabido de un estudio formal sobre la actitud del connacional azteca sobre sus preferencias o puntos de vista de la política del país, aunque he leído y escuchado muchos comentarios sobre el tema, todos empíricos.
Pareciera una norma aceptar que a los mexicanos poco nos interesa el discurso político y menos las propuestas o programas de gobierno que promueven los políticos en turno. Incluso quienes son los representantes populares en los diferentes contextos.
Es clara la indiferencia popular cuando ojeamos las estadísticas que se publican sobre el número de mexicanos que acuden a votar cada vez que se convoca. Por desgracia las estadísticas señalan un porcentaje a la baja y en las dos últimas, varían entre el 30 y 33% de los que debiéramos emitir el sufragio.
Es cierto que sabemos el nombre del gobernador o del alcalde donde vivimos, pero hasta ahí. Muchas de las veces desconocemos no solo las funciones, sino el nombre de quienes fungen como regidores o síndicos del municipio donde vivimos.
A estas alturas, cuando está a punto de iniciar una nueva legislatura federal (diputados y senadores) ¿quién sabe el nombre -no diga las propuestas- de los diputados o senadores que el 1 de septiembre toman posesión del cargo? Le aseguro que lo mismo sucede en el Congreso Local.
Así la apatía y lo peor es que los actores del gobierno y de la política lo saben, no es un fenómeno desconocido. Aun así, pareciera lo fomentan.
Los mexicanos y quizá los ciudadanos en el mundo solo aceptamos y repetimos lo que se publica en las redes sociales y no necesariamente es la verdad y más cuando hablamos de corrupción, robos, sobornos, asesinatos, levantones, pago de piso, inseguridad, etc., etc.
El mexicano promedio generalmente busca ganar dinero para subsistir, que le alcance la semana o quincena para sufragar los gastos familiares que cada día van en aumento, como el agua de garrafón -antes se bebía directo de la llave-, el aumento del pasaje, la gasolina, de la energía eléctrica… y hasta de los cubre bocas y gel por la ‘bendita’ pandemia que ya regresa… el tema de la política no le resuelve sus necesidades.
Hay patochadas cívicas cuando no escuchamos a los candidatos, cuando no votamos, cuando no participamos en manifestaciones a favor o en contra de los que gobiernan o quieren llegar al gobierno.
Este segundo semestre del 2024, ¿debe cambiar? El gobierno federal y los seguidores del plan ‘C’ del presidente López, esperan entrar en funciones para intentar se modifique la estructura del Poder Judicial, eliminando a jueces y magistrados, porque ahora dicen son todos corruptos… antes no.
No crea todo lo que le dicen, verifique.
¿Sabe quiénes pueden proponer una ley en México? La respuesta es simple: solo el Poder Ejecutivo (presidente de la república) y el Poder Legislativo (diputados y senadores). No el Poder Judicial, aunque la Constitución reconozca la existencia de los Tres Poderes de la Unión.
Quienes han ostentado el poder político en México han sabido idear distractores para el pueblo, que son quienes tienen el poder del voto, pero hasta en las boletas electorales las diseñan de tal forma que no son claras y el ciudadano termina por votar al ‘hay se va’.
En un espacio anterior, escribí sobre la verdad del nazi Joseph Goebbels cuando se le atribuye aquello de “Repite una expresión con suficiente frecuencia y finalmente se convertirá en verdad”.
En otras palabras, muchos de los políticos de ayer y hoy, sabedores de la poca importancia ciudadana a los temas políticos, han comprado a los mejores publicistas para difundir sus “ideales, filosofías, planes y proyectos” que solo sirven a intereses, pero ni siquiera propios, más bien de su grupo político o líder.
El significado de la repetición de afirmaciones -verdaderas o falsas-, según el nazi Goebbels, hace que todo parezca más creíble a un público meta, igual que para los adeptos a la filosofía maquiavélica, el acto de mentir es el éxito.
La “Reforma Judicial” que promueve el presidente López, sabemos bien está aprobada en comisiones al vapor. No es posible que en tan poco tiempo la hayan leído y menos aún entendido, pero los legisladores que se van tienen que aprobarla porque su futuro político y laboral está en juego.